Este proyecto propone que el Consejo de la Magistratura pase de tener 13 miembros a 17, sumando un juez, dos abogados y un representante del sector académico o científico. Se presentó por un fallo de la Corte Suprema que obliga a sumar miembros del sector judicial al Consejo para devolverle “su equilibrio perdido” con la reforma de 2005 que había impulsado Cristina. En el proyecto del Gobierno, la Corte no integraría el Consejo. La oposición quiere que el presidente de la Corte presida la Magistratura.
Cristina va a usar su poder de fuego para imponer el proyecto del Ejecutivo y mostrar que las propuestas del Gobierno de Alberto Fernández salen en el Senado. Va a ser una doble demostración de fuerza: por un lado, marcar que sostiene el control del Senado; por otro, que puede meter en agenda un tema que le interesa… En todo caso, quedará expuesto que Sergio Massa no consiguió los votos en Diputados para convertir el nuevo Consejo de la Magistratura en Ley.
Miguel Ángel Pichetto cuestionó el apoyo del Gobierno a Jones Huala
Para fundamentar el proyecto, el oficialismo utilizará la base del discurso que en su momento pronunció Miguel Ángel Pichetto (Foto: archivo).
Lo interesante: para fundamentar el proyecto oficial se va a utilizar la base del discurso que en su momento pronunció Miguel Ángel Pichetto, cuando en 2005 defendió la reforma al Consejo que había propuesto Cristina Kirchner. Hoy Pichetto es uno de los líderes de la oposición.
“Esta institución es un cuerpo extraño en nuestra Constitución. Quizás llegue el momento de comprender y de madurar que este esquema es típicamente corporativo y tiene su origen en la Italia de Mussolini”, dijo Pichetto en aquel momento para explicar por qué no tenían que tener tanto peso en el Consejo las “corporaciones” de jueces y abogados. ¿Pensará hoy lo mismo?
El juego de Cristina
Cristina se mueve en el Senado como si fuera su propia casa. Empleados del Congreso relatan que cuando ella pasa por un pasillo, personal de seguridad los hace meterse en las oficinas. Como en un cuento de princesas mitológicas, no se puede mirar a la cara a Cristina.
Trabajó en contra del acuerdo con el FMI. No para evitar que saliera. Pero sí para que tuviera la mayor cantidad posible de votos en contra. No solo operó sobre los propios, sino que se animó a conquistar senadores (y diputados) ajenos.
Si la ley iba a salir, que fuera con los votos de la oposición. Que ellos paguen el costo político.
José Mayans - Senador Formosa
"Nosotros dijimos que íbamos a volver para ser mejores; hasta ahora no lo logramos", dijo Mayans durante el discurso de cierre en la sesión por el acuerdo con el FMI (Foto: archivo).
Sabe que hay mucho desencanto con la gestión de Alberto Fernández. Lo planteó José Mayans, jefe de bloque del oficialismo: "Nosotros dijimos que íbamos a volver para ser mejores; hasta ahora no lo logramos...".
Por lealtad política con su cargo y a su gobernador, Mayans votó a favor del acuerdo. No lo hizo por Alberto: en dos años de gestión, recién la semana pasada lo recibió largo y tendido.
Uno de los senadores que votó en contra del acuerdo con el FMI vio a Alberto unos días antes de la sesión. Todavía no había definido su voto. En la charla, hablaron del memorándum, pero también conversaron sobre la provincia de este senador. Alberto le contó todos los planes para su provincia y le pidió su voto al acuerdo. El senador escuchó. Cuando salió de la reunión, supo qué hacer. “Tuvo dos años para hacer estas cosas y no hizo nada”, dijo. Votó en contra.
Muchos dirigentes que no están atados a ningún gobernador piensan que la suerte del Gobierno está echada. Que no hay margen para revertir la mala imagen. ¿Por qué acompañar a una gestión que se hunde?
¿El fin del Frente de Todos?
El peronismo está revolucionado. Están todos atentos a los próximos movimientos de Alberto y de Cristina.
En el kirchnerismo hablan de que tiene que haber otro cambio de gabinete. El apuntado es Guzmán, obvio, pero hay más. Tampoco lo quieren a Manzur, aunque saben que es inocente: hizo lo que pudo, pero Alberto le puso un pie en la cabeza cuando vio que salía demasiado en los medios. Así lo leen.
En Cristina está la preocupación constante de no perder votos con la izquierda. Paradojas: Macri tiene la misma preocupación con Milei y Espert. Ni Cristina ni Macri quieren quedar licuados en un partido de centro. Saben que pierden si hacen eso.
Alberto Fernández dijo en la intimidad que iba a echar a Claudio Lozano. No lo va a hacer. Lozano es un funcionario del Banco Nación que se presentó en la Justicia para impugnar el acuerdo con el FMI.
Pero Alberto no puede permitir que el Frente de Todos pierda lealtades y votos. Si Lozano se va de la gestión, se va del frente. ¿Cuántos votos propios tiene Claudio Lozano y su partido Unidad Popular? ¿Un 1%? En elecciones que se ganan o se pierden por dos o tres puntos, pueden hacer la diferencia. Es más peligroso afuera que adentro. Por ahora queda.
¿Todos unidos triunfaremos?
La unidad ya no es un valor en sí mismo. Aquella frase de Alberto (“Con Cristina solo no alcanza, sin Cristina no se puede”) parece haber quedado atrás. Lo dijo Cristina en una reunión con organismos de derechos humanos. Lo ratifico Oscar Parrilli, la mano derecha de Cristina en el Senado con una foto y un tweet.
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La foto de Parrilli publicada en su Twitter y que acompañó el siguiente mensaje: “Como dice Cristina, las elecciones no se ganan con la unidad de los dirigentes, sino gobernando para mejorar la calidad de vida del pueblo”.
“Como dice Cristina, las elecciones no se ganan con la unidad de los dirigentes, sino gobernando para mejorar la calidad de vida del pueblo”. Cristina ya no cree que la unidad sea un bien en sí mismo: que se doble, pero no se rompa.
El kirchnerismo sigue muy preocupado por temas judiciales, muy alejados de la agenda de la gente. La única actividad formal del Instituto Patria es un taller sobre “lectura y análisis de noticias judiciales”.
“Todos y todas debemos ser parte de la construcción de una salida”, planteó Alberto en su discurso del viernes, cuando anunciaba su “guerra” contra la inflación.
En el albertismo no creen que sea tiempo de romper. Alberto sabe que no puede quedarse solo. De alguna manera habrá que arreglar. “No hay condiciones para gobernar sin La Cámpora”, apunta un funcionario.
Hay una red de contención que busca despegar a Alberto de los conflictos internos.
El eje del gobierno a partir de ahora va a ser “Trabajo, producción, inflación y futuro”. Seguramente en las próximas semanas, tenga que lanzar 3 o 4 medidas que sirvan para la “épica de los muchachos”, dicen. Se refieren a La Cámpora. Puede ser alguna nacionalización o algún anuncio más populista.
¿Algún cambio de gabinete? En el albertismo tampoco lo descartan. Pero no serían ni Guzmán ni Manzur. Capaz sirva sacar a alguien de La Cámpora y mostrar un gesto de autoridad y que a su vez a ellos les sirva para liberar a algún dirigente de la carga de la gestión. En cualquier caso, no será un volantazo, sino que va a ser coordinado y consensuado.
El Frente de Todos quedó roto después de las sesiones por el acuerdo con el FMI. Resta saber si lo que sigue será una guerra fría o si la división se verá en la práctica y de cara a la gente.
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