La Jungla del Poder

"No hay plata": por qué la gente no llega a fin de mes y el problema que el Tesoro de EEUU no puede arreglar

El Gobierno celebró una caída histórica de la pobreza al 31,6%, pero detrás de la cifra se esconde otra realidad. Los salarios apenas cubren la canasta básica y la recuperación parece haberse frenado. ¿Alivio real o un espejismo antes de las elecciones?

Pablo Winokur
por Pablo Winokur |
No hay plata: por qué la gente no llega a fin de mes y el problema que el Tesoro de EEUU no puede arreglar

El INDEC anunció esta semana que la pobreza había caído al 31,6%. El Gobierno se apuró en anunciar que redujo 21 puntos la cantidad de pobres y que la cifra es más baja que en el mejor momento del Gobierno de Alberto Fernández. Los datos son datos, pero no siempre son absolutos. Y en muchos casos, la realidad es bien distinta.

Hace 8 años la familia de un trabajador que cobraba un poco más que un sueldo mínimo, ya no era pobre; hoy se necesitan casi 4 ingresos para superar el umbral de pobreza.

Hace 8 años, un jubilado que cobraba la mínima ya no era pobre. Hoy, está 20 puntos debajo de la canasta de pobreza.

Hace 8 años, un empleado público de escalafón intermedio superaba en un 40% el piso de la canasta de pobreza para una familia tipo; hoy está 30 puntos abajo.

Hace 8 años un trabajador en blanco promedio cobraba un 40% por encima de la canasta básica; llegó a estar por debajo de la línea de pobreza y todavía no se recuperó del todo.

Este es el fenómeno que atraviesa esta etapa de la gestión Milei: la mejora económica no llega a los bolsillos y la mayor parte de la población tiene persistentes dificultades para llegar a fin de mes.

No es culpa solo de Milei, aunque tiene dos responsabilidades. La primera es la persistencia en el tiempo: el tema empezó con Macri, siguió con Alberto y la gente tiene cada vez menos paciencia. La segunda es que lo que pareció una recuperación inicial, ahora se estancó y eso también agota la paciencia.

La duda es si la inyección interna y externa de dólares va a servir para llevar alivio antes de las elecciones y si la gente le va a dar crédito una vez más a Milei. O si, por el contrario, ya tiene el boleto picado. Como sea, el fenómeno de que la gente no llegue a fin de mes no lo va a resolver el Tesoro norteamericano en el corto plazo.

trump y Bessent

Pero veamos los números.

¿Cómo se mide la pobreza en la Argentina? Es 100% por ingresos. Hay una canasta básica que mide el INDEC y un encuestador que le pregunta a la gente qué ingresos tienen en su hogar.

La Canasta Básica Total incluye un mínimo de alimentos, ropa, gastos en salud y educación. Da por hecho que la persona tiene vivienda propia (no incluye alquiler).

Los hogares que tienen ingresos por encima del costo de la canasta de pobreza, son no-pobres; los que tienen por debajo, son pobres.

Y acá viene la trampa, a favor y en contra, de cualquier gobierno (¡de cualquiera!). Si hay una devaluación y se produce un pico inflacionario, los precios suben muy rápido y los salarios tardan en recuperar. Por eso, siempre hay una brecha que los gobiernos y la oposición pueden usar para decir giladas: que tal aumentó 20 puntos la pobreza o que tal la redujo. Ni una cosa ni la otra son ciertas en el cortísimo plazo.

Y así lo hizo saber el Observatorio de Deuda Social de la UCA, una institución que se peleó con Cristina, con Macri y con Alberto, siempre por cosas parecidas: “En contextos de alta volatilidad, tanto por fuertes incrementos en los precios como ante la desaceleración inflacionaria, la medición de la pobreza por ingresos tiende a ser menos precisa”.

Y agrega: “Un análisis más cuidadoso de la serie estadística oficial sugiere que, aunque la caída de la pobreza es real, su magnitud se encuentra sobrerrepresentada”, plantearon.

¿Eso significa que la medición de la pobreza no sirve? Sirve para políticas a largo plazo, no para conveniencia política del presidente de turno. Y en la práctica no cambia demasiado si los pobres son 14 millones o 15 millones: es altísimo igual. Y los datos son estables hace por lo menos 35 años.

Durante todo el kirchnerismo 1/3 de la población fue pobre, a pesar de las supuestas políticas inclusivas. Y el pico más bajo de pobreza se dio con el macrismo (con 25,7%), obviamente también con tipo de cambio atrasado.

Ser o no ser pobre…

El problema es que un peso arriba o abajo te deja de un lado o del otro de la grieta. Aquel que no es pobre por un peso, probablemente no esté festejando en una pata. Para que una familia no sea pobre, debe tener ingresos por más de $1.160.780. Como vamos a ver, los salarios promedio no están muy por arriba de eso.

Vamos ahora con una descripción más detallada de los datos que te compartía al principio. Antes de empezar con las descripciones, un recordatorio: hasta hace no muchos años, ser pobre era una categoría mínima reservada para algunos que no tenían trabajo estable. Un trabajador registrado era siempre de clase media y bastaba con que trabajara el padre de familia; ya no.

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En enero de 2017, alcanzaba cobrar un salario mínimo y medio para salir de la pobreza.

Durante la gestión de Alberto se necesitaron aproximadamente 2,5 para no ser pobre (con picos de 2,8)

En la gestión Milei se necesitan 3,6 salarios mínimos para no ser pobre y 1,6 para no ser indigente. O sea que una familia donde mamá y papá trabajan todo el día cobrando el sueldo mínimo apenas alcanza la mitad de la canasta básica.

Es cierto que el salario mínimo se convirtió en un valor indicativo sin demasiado impacto real: no hay empresas que paguen esos valores, pero es una variable siempre sirvió como referencia para los sectores más vulnerables: empleo doméstico, changas, etc. Que son los que ven correr más atrás sus ingresos.

El RIPTE es un indicador que hace la Secretaría de Trabajo tomando el promedio de ingresos de los trabajadores en blanco. Hoy está en 1,5 millones.

En 2017, ese salario cubría en promedio el 100% de la canasta y dejaba un resto del 64% del sueldo.

En febrero del 2024, ya con Milei, el promedio de los sueldos en blanco llegó a estar 11 puntos por debajo de la línea de pobreza.

Hoy volvió a los niveles de mediados de 2023, pero todavía muy lejos de los números de 2017 y con tendencia a amesetarse. Hay recuperación, pero es lenta.

Y además, siempre hablamos de promedio. Inevitablemente con estos bajos números hay trabajadores registrados pobres.

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Sueldos públicos y jubilados

Son los dos sectores más castigados por el gobierno de Milei. En agosto de 2017, el sueldo superaba en 38 puntos la línea de pobreza de una familia. Hacia el final de gobierno de Macri cayeron hasta estar empatados. Al final, quedaron 15 puntos por debajo.

Durante la administración de Alberto Fernández se consolidó a la baja: el pico más bajo fue que el salario apenas cubría el 67% de la canasta de pobreza. Pero a medida que pasaba el tiempo se veían los esfuerzos por recomponer poder adquisitivo: llegó a pagar el 88% de la canasta y luego volvió a caer.

En la era Milei quedó en el 70% y es consistente y sin vistas de mejora.

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Algo parecido pasó con las jubilaciones.

En este caso tomamos la canasta básica individual para un jubilado que vive solo.

En el mejor momento de Macri llegaron a percibir con su haber un 144% de la canasta. O sea, pagaba lo mínimo y aún tenía un resto del 44% de su ingreso (siempre en niveles muy bajos, claro está).

Los haberes se derrumbaron los años siguientes, pero se mantuvieron oscilando entre arriba y debajo de la línea de pobreza hasta 2023. Los bonos ayudaban a compensar las caídas por los saltos inflacionarios.

En la era Milei se terminó de derrumbar. Primero, el ingreso cayó hasta abarcar menos del 50% de la canasta básica. Y aunque luego se recuperó, hoy cubre el 80% de esa canasta y -como indexa por inflación- no hay forma de que se recupere.

En conclusión, por primera vez los jubilados de la mínima llevan más de 30 meses sin superar la línea de pobreza. Esto, sin contar los recortes en medicamentos del PAMI, entre otras cuestiones.

El bono de $70.000 que reciben los de la mínima compensa en parte esa pérdida. Pero como está achatado, el ingreso real de este sector cae mes a mes respecto a la inflación.

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Por ahora cerramos acá. La semana que viene vamos a mostrar el impacto de la pérdida de ingresos en otros sectores de la economía.

La situación política no ayuda

Aunque nadie lo decía en voz alta, la semana pasada se hablaba de un Gobierno que tendría serias dificultades para terminar su mandato. “Encima, este señor no usa helicóptero”, ironizaba un funcionario de la administración anterior al describir azorado los movimientos de la economía.

Pero llegó el salvataje y Milei parece surfear la ola con un nuevo envión que veremos cuánto dura y con una historia que ya conocimos muchas veces los que estamos entrados en años. Pasó con el megacanje, el blindaje, la Ley de Déficit cero…

Pasó con el primer acuerdo de Macri con el FMI (el que no se iba a usar), y con el segundo acuerdo, que Macri anunció antes de que el FMI se enterara.

La plata se usa para sostener dólar barato (sea el 1 a 1, el 20 a 1, el 30 a 1, el 45 a 1…), que después se termina yendo por todos lados porque nadie puede tapar el sol con las manos. ¿Por qué esta vez sería diferente?

En abril, el Gobierno anunció un acuerdo con el FMI. Era una suma récord por 20.000 millones. Se sumaban además otros miles del BID y el Banco Mundial.

Ahora es el turno del Tesoro, que va a poner una plata que no sabemos cuánto es, y un poco condicionado a que Milei gane las elecciones. Y por las dudas vuelven a anunciar lo del BID y el Banco Mundial.

El apoyo externo, más la suspensión temporal de las retenciones, le dieron al Gobierno un alivio también temporal. La gran duda es si eso va a servir como plafón para impulsar un plan de desarrollo o si apenas va a permitir llegar con más oxígeno a las elecciones de octubre.