Desde el propio Frente de Todos le señalaban de modo constante que su gestión era recibida con creciente frialdad por parte de la opinión pública. La agudización de la crisis económica no dejaba margen para más postergaciones. Tampoco el acercamiento del calendario electoral. El oficialismo luce muy desorganizado y los tiempos del presidente hacía rato que estaban desacompasados de las urgencias de sus compañeras y compañeros.
Las ambigüedades, los off inoportunos en el contexto de una nueva corrida cambiaria y las necesidades del ministro de economía de evitar ruidos adicionales de la política a los nervios del mercado apresuraron una decisión que quizás el interesado esperaba estirar hasta mayo. Todo ello queda atrás para dar paso a una discusión urgente respecto de la estrategia para las próximas PASO.
¿Lista de unidad o competencia? Desde la vigencia de las primarias, el peronismo nunca presentó en el segmento presidencial más de una boleta. De hecho, hay quienes creen que debe mantenerse esa costumbre, particularmente en una coyuntura por demás exigente.
Otros, sin embargo, creen que la participación de distintos candidatos puede darle volumen a la interna y engrosar los votos de la noche del 13 de agosto. Sin dudas tallarán con más fuerza al respecto las voces de CFK y Sergio Massa. Lo mismo corre también para la confección de las listas de diputados nacionales y otros cargos legislativos.
Como sucede con la economía, donde los bienes son siempre escasos, los cargos que se disputan también. Cada sector parte de la premisa de conservar y/o aumentar lo que tiene y otros de aumentar su caudal. ¿Podrá resolverse en una mesa con el arbitraje de los más fuertes o se terminará decidiendo en las urnas?
Aun suponiendo que estos temas se resuelvan de modo más o menos armonioso, habrá otra cuestión central a resolver: ¿con qué discurso encarar la campaña cuando se convive con un presidente y una gestión en umbrales mínimos de aprobación?
Conjugar la condición de oficialistas y opositores a la vez bajo, el fuego cruzado de los adversarios será un auténtico reto para los especialistas en marketing electoral que asesoren al FdT. Por su parte, Juntos por el Cambio se unificó rápidamente para señalar que la defección del primer mandatario es una prueba del fracaso de todo el frentetodismo.
Al menos por unos días las internas que vienen protagonizando tendrán un descanso para aprovechar la ocasión de señalar las debilidades del oficialismo. Luego seguirán con sus itinerarios observando la evolución de los que suceda con la competencia peronista-kirchnerista y también con la de Javier Milei.
Este último disfruta la centralidad comunicacional de su persona y de su proyecto de dolarización alimentado por (y alimentando) la incertidumbre con el tipo de cambio fruto de la escasez de divisas y la abundancia de pesos. Las semanas que vendrán no serán fáciles. Tampoco aburridas.