Cómo se prepara paso a paso este budín
El procedimiento es sencillo y lleva pocos minutos. Primero, se deben lavar y pelar las peras. Dependiendo del gusto personal, se pueden cortar en cubos o rallarlas para que se integren de manera uniforme en la mezcla. Este paso es clave, ya que la fruta será la responsable de la humedad característica del budín.
En un bowl se baten los huevos con el azúcar hasta obtener una mezcla más clara. Luego se incorpora el aceite o la manteca derretida y, en caso de usarlos, la esencia de vainilla o la ralladura de limón. Estos aromas son opcionales, pero ayudan a intensificar el perfume final.
A continuación, se agrega la harina previamente mezclada con el polvo para hornear. También se suma la leche para lograr una consistencia suave y fácil de distribuir. Por último, se incorpora la pera y se mezcla apenas para integrarla sin trabajar de más la preparación.
El molde debe estar enmantecado y enharinado para evitar que el budín se adhiera. Una vez llena la budinera, se lleva al horno a temperatura media hasta que, al insertar un palillo, salga limpio o con algunas migas húmedas. El tiempo puede variar según el horno, pero generalmente ronda los 35 a 45 minutos.
Cómo lograr que quede más húmedo y con más sabor
Quienes prefieran una textura más intensa pueden sumar un pequeño truco: reservar algunas láminas finas de pera y colocarlas en la superficie antes de hornear. Esto no solo aporta humedad adicional, sino que también le da una presentación diferente, con una cubierta más brillante y aromática.
Otra opción es agregar un toque de canela o nuez moscada a la mezcla. Aunque no son ingredientes obligatorios, combinan muy bien con la pera y ayudan a realzar el sabor sin modificar la receta original.
Un budín casero ideal para el día a día
El budín de pera se convirtió en una de las variantes preferidas dentro de la pastelería casera porque combina simplicidad, sabor y una textura única. Es perfecto para acompañar un café, un té o incluso como parte de un desayuno más completo. Además, es una forma práctica de aprovechar frutas maduras antes de que se echen a perder.
Versátil, económico y siempre rendidor, este budín demuestra que no hacen falta ingredientes sofisticados para lograr un postre que conquiste a todos. Una receta que, como tantas de la cocina casera, sigue vigente por su calidez y su sabor auténtico.