200 g de salsa de tomate.
250 g de mozzarella rallada o en fetas.
Orégano, aceitunas y los toppings que más te gusten (jamón, morrón, albahaca, etc.).
Con esta cantidad de ingredientes se obtienen dos pizzas medianas o una grande, ideales para compartir.
Paso a paso para hacer una pizza casera
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Activar la levadura: en un recipiente pequeño, disolver la levadura con un poco de agua tibia y una pizca de azúcar. Dejar reposar unos 10 minutos, hasta que empiece a formar burbujas.
Formar la masa: en un bowl grande, mezclar la harina y la sal. Hacer un hueco en el centro e incorporar la levadura activada, el resto del agua y el aceite. Amasar hasta lograr una masa suave y elástica.
Reposo: cubrir con un paño y dejar levar entre 1 y 1 hora y media, hasta que duplique su tamaño.
Estirado y armado: dividir la masa en partes, estirarla con las manos o con palo de amasar y colocarla sobre una pizzera apenas aceitada.
Prehorneado: cocinar la base unos 7-8 minutos en horno fuerte (220°C) antes de agregar la salsa y el queso. Esto ayuda a que quede más crocante.
Cubierta y cocción final: sumar la salsa, la mozzarella y los toppings elegidos. Hornear hasta que el queso se derrita y los bordes estén dorados.
Consejos para lograr una pizza casera perfecta
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El reposo es clave: no apures el levado. Una buena fermentación es lo que le da aire y textura a la masa.
El horno debe estar bien caliente: cuanto más alta la temperatura, mejor resultado. Si tenés piedra para pizza, úsala para lograr una base más crocante.
Usá una buena salsa: el tomate natural triturado con un poco de sal, aceite de oliva y orégano es suficiente. Evitá las salsas industriales, que suelen tener azúcar y conservantes.
No sobrecargues la pizza: demasiados ingredientes impiden que se cocine bien la masa y el queso.
Un ritual que une
Hacer pizza en casa no es solo cocinar: es compartir. Amasar, estirar, armar y esperar el aroma que invade la cocina es parte de una tradición que une a familias y amigos. Además, permite adaptar la receta a todos los gustos: desde la clásica mozzarella hasta versiones con vegetales, sin gluten o con masa integral.
La pizza casera también tiene una ventaja económica: cuesta menos que comprar una lista para horno o pedir delivery, y se puede preparar con lo que haya disponible.