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Entre el fútbol y la lucha: cómo fueron los últimos días de Miguel Ángel Russo

El entrenador falleció a los 69 años, tras una vida dedicada al fútbol y una última etapa en la que se mantuvo activo hasta el final. Su compromiso, su respeto y su amor por Boca marcaron sus últimos días.

Entre el fútbol y la lucha: cómo fueron los últimos días de Miguel Ángel Russo

Miguel Ángel Russo falleció a los 69 años y su partida dejó un profundo vacío en Boca Juniors y en todo el fútbol argentino. Referente de respeto, profesionalismo y compromiso, se fue en su ley: rodeado de fútbol, en plena actividad y con la misma pasión que lo acompañó durante más de cuatro décadas.

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Su último tiempo en Boca estuvo atravesado por el esfuerzo físico y la determinación de seguir al mando del equipo a pesar de los problemas de salud. Russo jamás quiso dejar de dirigir. Disfrutó su profesión hasta el final, convencido de que el fútbol le alargó la vida y lo mantuvo en movimiento.

¿Cómo vivió Miguel Ángel Russo sus últimos meses como entrenador?

A pesar de su enfermedad, Russo mantuvo la sonrisa y la energía que lo caracterizaban. Muchos se sorprendieron al verlo animado durante el viaje a Estados Unidos para disputar el Mundial de Clubes. Después de una salida turbulenta de San Lorenzo, su regreso a Boca significó un renacer: volver al club donde se sentía identificado lo llenó de motivación.

En la competencia internacional, su equipo enfrentó a rivales de peso como Benfica y Bayern Múnich, y aunque el empate ante Auckland dejó un sabor amargo, su satisfacción era haber estado nuevamente en la elite.

Russo ya estaba acostumbrado a convivir con el tratamiento médico que lo acompañaba desde su paso por Millonarios de Colombia, donde incluso fue campeón mientras luchaba contra la enfermedad. Aprendió a convivir con los altibajos físicos, los vaivenes emocionales y el esfuerzo constante por mantenerse en plenitud.

En las últimas semanas, su estado de salud empeoró, pero su lucidez seguía intacta. En sus conferencias de prensa, mantuvo la calma habitual y evitó que su entorno sufriera presiones: pidió respeto por su intimidad y protegió especialmente a su hijo Ignacio, futbolista de Tigre, de las consultas sobre su salud.

El Russo que no se detenía: trabajo, compromiso y despedida

Después de la derrota ante Huracán en Parque Patricios, se viralizó un video que mostraba el esfuerzo físico que le demandaba estar presente en cada partido. Desde el club le habían ofrecido tomarse un descanso, pero él se negó. “Quiere estar siempre”, decían quienes lo acompañaban día a día.

Poco después, Boca encadenó victorias ante Racing, Independiente Rivadavia, Banfield y Aldosivi. Russo no faltó a ninguno de esos encuentros, aunque ya era visible su desgaste. Claudio Úbeda, su asistente, había asumido un rol protagónico en los entrenamientos, siempre bajo su supervisión.

Entre los triunfos frente a Banfield y Aldosivi, Russo atravesó una internación de tres días por una infección urinaria. Se recuperó lo suficiente para volver al banco y estar presente en Mar del Plata y Rosario, donde recibió el cariño de los hinchas de Central, otro de los clubes que marcó su vida.

Su último partido en la Bombonera fue ante Central Córdoba. Boca ganaba 2-0, pero el rival empató sobre el final. Aun así, Miguel fue ovacionado. Días después, volvió al predio de Ezeiza, donde protagonizó una escena que quedará grabada: el abrazo con Juan Román Riquelme. Ese gesto simbolizó una amistad y una confianza mutua que trascendieron lo profesional.

El adiós más íntimo

Cuando faltó al entrenamiento previo al duelo contra Defensa y Justicia, las señales ya no eran alentadoras. En Boca optaron por preservar su intimidad y no brindar detalles de su estado. Claudio Úbeda explicó que Russo se mantenía en contacto permanente con el cuerpo técnico, incluso definiendo la convocatoria del equipo.

En los últimos días, se inició una cadena de oración y su entorno decidió que permaneciera en su casa, acompañado por sus seres queridos. Desde la cancha, Leandro Paredes y Úbeda le dedicaron el triunfo 5-0 ante Newell’s, un gesto que él seguramente alcanzó a ver por televisión.

Miguel Ángel Russo se fue como vivió: trabajando, enseñando, luchando y con el fútbol en la piel. Murió en su ley, con la dignidad que siempre lo distinguió y con el respeto eterno de todo un país futbolero.

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