El viaje de Alberto Fernández a los Estados Unidos la semana próxima puede ser trascendental, no por lo que está en juego en el encuentro con Joe Biden sino por lo que puede suceder después. De todas maneras el reciente anuncio de que el mandatario norteamericano tiene COVID-19 puede cambiar los planes del argentino.
Los números fiscales de junio mostraron la debilidad de las cuentas públicas con un rojo de $337 mil millones. Sin financiamiento en pesos, todo lo que se espere de rojo fiscal en el segundo semestre es sinónimo de emisión del BCRA. Por ello las estimaciones de que se duplique la base monetaria en seis meses. Las jubilaciones, y un gran componente del gasto público está indexado a la inflación. También la deuda. El sendero conduce a una hiperinflación si no se produce un giro en el timón.
La política empieza a jugar su rol en las expectativas de unas presidenciales del 2023. “La transformación podría venir de dos espacios, un peronismo más moderado y racional cercano a lo que hace casi toda la región y un Cambiemos que reemplace al segundo espacio histórico tradicional del país, el radicalismo, que todavía sigue apagado electoralmente después de los dos fracasos rotundos en los turnos democráticos que tuvo”, señaló Eduardo Fracchia del IAE Business School.
Agrega que “el próximo gobierno será uno de transición muy compleja. Tomará la gestión con un ritmo de inflación alto, que se proyecta a un ritmo de 130% anual a fines del 2023, con varianza importante, 3000 puntos básicos de riesgo país, incumplimiento de obligaciones de pago con FMI y con otros acreedores, pobreza en 45% que demandará contención de la marginalidad para mantener gobernabilidad.”
Pero de nuevo, el 2023 está a un siglo. Dentro del propio Frente de Todos, dejan que el mercado haga ver la realidad a Alberto Fernández. Horas decisivas.