Rusia va quedando cada vez más aislada por mantener la guerra. Pero hay países con "ambigüedades" como China, la India y hasta la Argentina (Foto: Archivo)
Desde que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, el pasado 24 de febrero, el país presidido por Vladimir Putin ha ido sufriendo una serie de sanciones financieras, comerciales y políticas que van en aumento en la medida que los ataques rusos no cesan.
La mayoría de las sanciones están comandadas por los Estados Unidos y los países occidentales "aliados". Desde Canadá, hasta Japón y Australia, con el eje principal en la Europa comunitaria. China y la India se mantienen en una posición ambigua y en ese mismo sentido, tal vez, haya que incluir a la Argentina.
Nuestro país se ha mostrado a favor de determinadas sanciones pero totalmente en contra en otras que se han propuesto a nivel continental e internacional. Aunque como en muchas otras cuestiones de gobierno, hay posturas diferentes según sean los sectores más próximos al presidente Alberto Fernández o a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
"Rusia enfrentará unas consecuencias como jamás se vieron anteriormente", avisó el presidente norteamericano Joe biden cuando decía que, para él, la invasión de ese país sobre Ucrania era inevitable. Con el avance de las tropas rusas, las sanciones comenzaron a llegar. Se pueden resumir en esta lista:
Llevar adelante algunas de las propuestas ha tenido consecuencias globales. Especialmente, la que ha tomó Estados Unidos, primero en solitario y luego acompañado por países como el Reino Unido: suspender la compra de petróleo y gas ruso.
Rusia es el primer país del mundo en reservas de petróleo. También en la producción de gas y exportación es líder global. Por lo que estas medidas en su contra tuvieron un efecto inmediato: el aumento de precios para estas dos "commodities".
El aumento de estas fuentes de combustible y energía repercute en los precios de los alimentos y casi todas las mercaderías que se comercian a nivel mundial. Esto, sumado a la crisis por la pandemia, trajo como consecuencia el regreso de la inflación como factor de preocupación mundial.
Lo dijo la propia directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, la semana pasada. A tal punto que expresó - no sólo por razones humanitarias - que "la guerra debe terminar ya".
En Europa, Alemania es el país más duro para sumarse al boicot de la energía. Europa consume el 40% del gas que produce Rusia, es vital para las industrias de la Unión Europea. Pero, al mismo tiempo, supone un ingreso de US$1.000 millones para Moscú que alimentan de manera directa la guerra que no avizora un final.
En ese marco, China y la India juegan un papel ambiguo. No han hecho una condena expresa de Vladimir Putin por la invasión. Antes bien, Xi Jinping dijo que sus vínculos con el líder ruso están "sólidos como una roca". Aunque siempre repite que está dispuesto a ser un mediador para lograr la paz entre ambos países.
La India, por su parte, también aparece como "neutral". Tiene nada menos que 1.300 millones de habitantes (100 millones menos que la China) y es una potencia nuclear.
El gobierno nacional, desde el comienzo del conflicto, no ha tenido una posición uniforme. A veces, como reflejo de las diferencias internas entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La Argentina ha tenido posiciones encontradas sobre Rusia, pero que parecen estar en relación a los diferentes foros que discuten como aislar a ese país para que cese sus ataques sobre Ucrania.
El canciller Santiago Cafiero dijo: "La Argentina reitera a la Federación de Rusia que cese inmediatamente en el uso de la fuerza y condena la invasión a Ucrania así como las operaciones militares en su territorio", en la 49ª sesión del Consejo de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos con sede en organismo de la ONU, (Santiago Cafiero).
Pero al mismo tiempo, el país no ve a las sanciones como una manera eficaz para convencer a Vladimir Putin de negociar por la paz."No consideramos que las sanciones bilaterales sean un mecanismo para generar paz o concordia", expresó el canciller en la misma reunión.
Esa posición se ve claramente en las definiciones de la Argentina frente a Rusia en estos 54 días de conflicto. O incluso desde antes.
"Argentina tiene que ser la puerta de entrada para que Rusia ingrese en América Latina" le dijo el presidente Fernández en persona a Putin luego de agradecer la llegada de las dosis de la vacuna Sputnik V. Fue en Moscú, el 3 de febrero, a solo 21 días del comienzo de la guerra.
En rigor, la relación en el comercio bilateral es muy escasa. En 2019, previo a la pandemia, Rusia importó de todo el mundo 235.000 millones de dólares, de los cuales 814 millones fueron de la Argentina. Representa apenas el 0,34% de las importaciones para Rusia.
En 2021, las importaciones rusas a la Argentina crecieron casi un 50%. Pero eso se explica porque hubo que pagar la compra de las vacunas Sputnik V contra el coronavirus.
El papel más activo de la Argentina contra Rusia lo tuvo en la Asamblea General de la ONU. Allí votó de manera favorable a la suspensión de ese país como miembro del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. La iniciativa se impuso por 93 votos a favor contra 24 negativas y 54 abstenciones.
Coincidió con la posición de los Estados Unidos. China se opuso y la India, por ejemplo, se abstuvo.
En su discurso en la jornada inaugural de la Asamblea del EuroLat (parlamentarios latinoamericanos y Europeos), la vicepresidenta Fernández de Kirchner habló de un “doble estándar” de las potencias mundiales con poder de veto en el Consejo de Seguridad se Naciones Unidas. “Repudian algunas guerras que les convienen (en referencia a la invasión a Ucrania) y otras no”, señaló Cristina Kirchner.
Ahora, llega la oportunidad de ver cuál de las dos líneas se impone en la cancillería argentina. El pasado 25 de marzo, la embajadora de Ucrania ante los Estados Unidos, Oksana Markarova, agradeció una primera declaración del Organismo multilateral americano que condenó el ataque de Rusia (la Argentina votó a favor).
Pero la embajadora pidió algo más. Que la OEA suspenda a Rusia como "miembro observador permanente" de ese foro regional americano. Esto también debe votarse y el sector kirchnerista de la cancillería no quiere que el país lo haga de manera afirmativa.
El próximo mes de noviembre, Indonesia será la sede de la próxima sede del G20. En 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri, estuvieron en Buenos Aires, los líderes de ese foro, entre ellos Donald Trump, Xi jinping y Vladimir Putin.
Pero con la guerra declarada, Australia hizo una presentación para que Rusia sea apartada del G20. Ya en una nota anterior dijimos que esa posibilidad e muy improbable porque se requiere consenso de los países y esto claramente no ocurre. China no apoya la petición australiana.
La Argentina tiene en el embajador ante los Estados Unidos, Jorge Argüello a su "Sherpa". Es la figura que por cada país se reúne con sus colegas (otros "sherpas") para tratar todos los aspectos previos a la cumbre.
Argüello ratificó que el presidente Alberto Fernández estará presente en la reunión que tendrá a la paradisíaca Bali como sede, pero adelantó que la Argentina tampoco avalará la suspensión de Rusia del G20.
"La situación en Ucrania presenta un nuevo desafío y no puede ser ignorado, a pesar que el G20 es en principio un foro económico y no de seguridad internacional", expresó el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello.
Mientras la guerra con Ucrania continúa, Rusia parece un paria internacional - está próximo a un default por las sanciones - pero no todo el mundo comparte todas las sanciones al Kremlin. La Argentina también manifiesta esta ambigüedad.