Volvemos. El viernes se juntaron vía Zoom los principales referentes del PJ para pedirle a Alberto Fernández que se haga cargo de la conducción del partido. A lo largo de su historia, el peronismo intentó siempre unificar la presidencia de la Nación y la Presidencia del partido; la única excepción fue Cristina Kirchner que nunca quiso hacerse cargo.
Alberto hasta ahora venía renegando de cualquier tipo de construcción política autónoma. Los últimos intentos de crear algún tipo de “albertismo” terminaron mal: Alberto le bajaba el pulgar por los medios y el espacio quedaba vacío.
Por primera vez, Alberto se suma a la movida, quizás porque no le queda otra. El operativo clamor empezó por los gobernadores y por una parte de la CGT; lo siguieron algunos intendentes y –obviamente- los funcionarios de su gabinete. Por primera vez, desde los carriles habituales de comunicación de Alberto se sumaron a informar de la situación. De alguna manera, Alberto daba su aval a la situación.
Alberto volvió a La Rosada, como contó ayer A24.com; dicen que su relación con Cristina está en el peor momento. Que Alberto entiende que necesita desmarcarse, aunque no sabe cómo. No queda claro si es realidad o relato: cuanto más se aleja de la moderación que lo hizo presidente, más cae su imagen ante la opinión pública. Y a medida que su imagen se parece a la de Cristina, pierde el diferencial que hizo que ella lo eligiera para ser presidente.
En el peronismo se entusiasman con un gran operativo clamor para el 17 de octubre. Imaginan un zoom con 1 millón de personas con toda la liturgia: bombo, pancarta, caritas. No está claro qué sistema virtual se bancaría tremenda convocatoria. Para coordinar la puesta en escena contrataron a Javier Grosman, el productor teatral que armó el bicentenario y Tecnópolis. El hombre desarrolló una app para “producir grandes manifestaciones públicas de manera virtual”; un nuevo legado del peronismo al mundo.
Mientras la política se entretiene, pone su esperanza en que aparezca la vacuna y que termine –milagrosamente- con todos los problemas argentinos.
La política siempre suele apelar a los milagros: el viaje a la estratósfera; las inversiones chinas; la lluvia de inversiones; el segundo semestre; el acuerdo con el FMI; los brotes verdes; el fantasma de Néstor; el plasma curativo –que ahora se comprueba que no era tan eficaz- y ahora la vacuna. Otra preocupación: sólo 1 de cada 3 porteños se daría la vacuna apenas aparezca, según una encuesta de la consultora Move.
La mortalidad en CABA se está acercando peligrosamente al 3%. Hace 3 meses era del 2%. Así fue la evolución:
La ciudad más rica del país reporta las curvas estabilizadas, pero con una tasa de positividad del 31,8%. En Nueva York esta semana entraron en pánico porque ese índice daba 1,2%. Según la OMS, por encima del 5% está fuera de control.
Nadie da respuestas por el fracaso de la política sanitaria. Después de 6 meses encerrados, todas las curvas están altísimas, la Argentina ya superó a México en cantidad de contagios (con una población 4 veces menor) y no hay ninguna visualización de que el tema vaya a mejorar.
La ciudad de Buenos Aires congeló artificialmente las estadísticas. Debería aumentar los testeos para que la positividad baje a niveles aceptables; pero no lo puede hacer porque la única manera que tiene políticamente de abrir su economía es mostrar curvas estabilizadas. La curva se mantiene estable como la inflación de Guillermo Moreno.
Nación decidió “amputar el brazo”. Como el peronismo sabe que no puede ganar las elecciones en territorio porteño, no tiene problema en dinamitarlo. “Con la recaudación que tienen podrían cerrar todo y pagar IFE y ATP para su principal sector, que es el comercio”, se escuchó decir a fuentes del peronismo porteño. Lo mismo plantean los sindicatos más combativos.
El Ministerio de Salud de la Nación restó todo tipo de colaboración a la Ciudad. El plan detectar se “federalizó” y se mudó a otros distritos que lo necesitan más. Es raro que Córdoba y Santa Fe, que levantaron su cuarentena a principio de junio, ahora que entraron en el pico de contagios no puedan hacer un esfuerzo mayor para bajar los números: ni Alberto Fernández, ni Axel Kicillof, ni Daniel Gollán, ni Nicolás Kreplak acusaron de “poco solidarios” a los ciudadanos de esas provincias. Son gobernadas por el peronismo.
En la anteúltima prórroga de la cuarentena, Alberto habló con estupor del crecimiento de la curva en Mendoza y Jujuy. En las últimas semanas, en Provincia, cuando exponen los municipios con más contagios, refieren a Mar del Plata, Tandil, Pinamar, Junín, Bahía Blanca. Casualmente todos opositores.
De todos modos, en Provincia saben que la cuarentena ya se terminó. Que es algo declamativo. Evalúan a partir del 11 de octubre -cuando venza la actual cuarentena- ir hacia un esquema diferente a todo lo que se hizo en la Argentina, con un modelo más similar al de España. Abrir de manera racional sin poner en riesgo a la población, dicen voceros oficiales
Escuelas cerradas
La decisión de “cortarse el brazo” se ve en la decisión de mantener cerradas las escuelas a como dé lugar. La preocupación parece que está solo en la Ciudad de Buenos Aires. En Provincia “no es prioridad para los vecinos”, salió a decir la camporista intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza.
La contradicción de los enamorados de la educación virtual es evidente. No sirve para educar ni tampoco para controlar la pandemia:
- Los adolescentes que ya saben que pasan de año no se conectan más a los zooms. Prefieren juntarse a tomar mate y hacer picnic en plazas.
- Con los chicos más chicos también se complicó. Con padres los trabajando –desde casa o en sus lugares de trabajo- ya no hay margen para conectarse. Los más chiquitos necesitan asistencia casi permanente para poder sumarse a un zoom.
- Por la tarde, también prefieren ir a plazas antes que estar encerrados. No es solamente falta de dispositivos. Los docentes se quejan de que bajó mucho la conexión.
- En escuelas públicas casi no hay zoom ni conexiones sincrónicas. Ni en Ciudad ni en Provincia ni en el interior, salvo alguna provincia en donde se hace seguimiento personalizado de los chicos vía WhatsApp.
- En la Ciudad, los zooms empezaron en la segunda mitad del año; antes los gremios docentes decían que no eran seguros y que no era correcto que los maestros tuvieran que exponer la intimidad de su hogar.
- Las tareas, asincrónicas (es decir, enviar propuestas por mail o WhatsApp) también necesita preparación previa y constancia de los padres, más ocupados en sobrevivir que en educar a sus hijos. En algunas escuelas los docentes rechazaron usar Google Drive porque supone una "recarga" de trabajo.
- La brecha con las escuelas privadas, donde hay 3 zooms por día, es cada vez mayor.
En la Ciudad, cualquier tipo de encuentro presencial con los chicos recibe el rechazo de los gremios docentes estatales, fundamentalmente los enrolados en Ctera; muchos docentes privados quieren retomar cierta presencialidad por temor a perder sus puestos de trabajo.
"Se está destrozando el sistema educativo. No se puede tener este divorcio entre docente y alumno. Uno no solo transmite conocimiento. También generamos afecto. La presencialidad es muy importante. El acercamiento de la familia", observan desde el sindicato UDA, crítico de la actitud del gremio que enrola a la mayor parte de los docentes.
“El regreso a la escuela no puede ser entendido como un todo o nada: el país entero o ningún municipio; todos los alumnos al mismo tiempo o nadie; de lunes a viernes o nunca”, apunta un grupo de padres que firmó una solicitada para pedir una lenta reapertura.
En una asamblea docente se analizó la propuesta de Larreta de que los chicos puedan juntarse en grupos reducidos en un espacio al aire libre con distanciamiento social y barbijo (donde el riesgo de contagio tiende a cero). Las objeciones fueron múltiples:
- No podemos estar al sol con 31 grados.
- No hay propuesta pedagógica.
- No hay conexión a internet.
- En los parques hay dengue.
- No tengo con quien dejar a mis hijos.
No hicieron ninguna contrapropuesta.
La semana pasada hubo una reunión en el Ministerio de Educación nacional para analizar las condiciones en la que los chicos podrían retomar de alguna manera las clases. El ministro de Educación, Nicolás Trotta, decidió que para poder volver a cualquier tipo de actividad se tomarían los mismos índices que se aplican en Nueva York, adaptados a la realidad local. Entre otras cuestiones, se establece que el índice de positividad debe ser inferior al 3%. 10 veces menor que lo que hoy plantea la Ciudad. Es posible que nunca más los chicos vuelvan a tener contacto con sus docentes.
La decisión se tomó en una mesa colegiada: no hubo representantes de los padres, ni de escuelas privadas. Solo burócratas estatales y sindicalistas, con dos o tres veedores de organismos internacionales.
Porque la preocupación del Gobierno es la elección de 2021. Y para eso necesita cuidar su alianza con los gremios docentes. Los chicos no votan; a los padres habrá tiempo de recuperarlos si la economía repunta un poco. Mientras tanto, grupos de padres están convocando a un cacerolazo para el 8 de octubre: piden que se abran las escuelas.
Cristina Kirchner está preocupada por las elecciones en Bolivia. Quiere que se recupere la institucionalidad en ese país. Quizás por eso Trotta sí aceptó abrir las escuelas para la elección de Presidente de ese país. Se calcula que se movilizarán 60 mil personas en un día. Eso sí: no pone en riesgo a los docentes.
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