De acuerdo al Índice de
Estabilidad Social (IES) que realiza Reyes-Filadoro junto a Numeral 8, el
porcentaje de personas que recibe ayuda del Estado a través de programas
sociales aumentó 10 puntos en los últimos tres meses y alcanza al 31% de la
población. Entre los jóvenes, el porcentaje asciende a 53%.
Resignarse es aceptar como
irremediable un estado de situación adverso renunciando a toda posibilidad de transformar
la realidad. Lamentablemente muchos jóvenes y adultos en el conurbano sienten
que no pueden hacer nada para mejorar sus condiciones de vida y desconfían del
poder transformador de la política que hasta ahora sólo les ha generado
decepción y frustración.
Nuestros estudios de opinión pública
revelan un nivel mayor de descontento entre las personas que tienen entre 30 y
49 años y se encuentran en la fase más productiva de su vida, la etapa de
desarrollo personal y consolidación de un proyecto de vida, cuando se forma una
familia independiente y se trabaja fuertemente para concretar los sueños que
fueron madurando durante la juventud. La realidad que enfrenta este segmento de
la población en el conurbano, ha convertido el sueño de progresar en una
quimera.
Los adultos que se encuentran
en esta franja etária tienen una visión más negativa del presente y del futuro
que el resto de la población. La proporción de hombres y mujeres que reporta
una situación negativa en su hogar alcanza a ocho de cada diez adultos. Los
hombres son significativamente más negativos que las mujeres (19 puntos de
diferencia) probablemente porque sienten mayor presión social a ser los
principales proveedores de su hogar.
En todas las categorías
analizadas por el IES, las personas encuestadas en este segmento, expresan un
malestar significativamente mayor al resto de la población. Uno de los datos
más sobresalientes es que nueve de cada diez adultos entre 30 y 49 años teme
perder el empleo. La inseguridad laboral es un sensación alimentada no solo por
la realidad que atraviesa la economía local sino por la incertidumbre que
generan los cambios tecnológicos que inciden sobre la generación de empleo y
están transformando la forma de trabajar en Argentina y en el mundo.
El conurbano, una de las
zonas más industrializadas del país, está sufriendo un proceso de deterioro
sostenido que se expresa en crecientes niveles de pobreza e indigencia.
Avellaneda, San Martín, La Matanza son algunos de los municipios más afectados
por la política de ajuste y apertura de la importaciones implementada por el
gobierno de Mauricio Macri.
Sin embargo, la mayoría de
los candidatos que aspiran a competir por la banda presidencial en las próximas
elecciones no le habla a estos votantes que miran con impotencia como su vida
se torna más precaria cada día. Sus mensajes, monopolizados por la crítica y la
diatriba, no ofrecen una visión alternativa, un nuevo horizonte de oportunidades
que lleve tranquilidad a los trabajadores, que levante su auto estima, que les
permita volver a creer que es posible transformar el presente y que les prometa
un lugar en el futuro, del cual ahora se imaginan excluidos.
¿Cómo vamos a transformar la
matriz productiva para crear nuevas oportunidades de trabajo? ¿Vamos a apostar
a la innovación y a la tecnología como los países que están logrando progreso y
desarrollo social?¿Cómo podemos aprovechar nuestros recursos naturales para
financiar el desarrollo? ¿Vamos a debatir cómo transformar la educación para
que sea un semillero de emprendedores?¿O vamos a discutir todos los días si
Cristina Kirchner va a ser candidata en la próxima elección?
El 90% de los adultos entre
30 y 49 años en el conurbano evalúa negativamente la gestión del presidente
Macri y el 79% evalúa negativamente el trabajo de la gobernadora, María Eugenia
Vidal. Algunos dan por sentado que con esos números el oficialismo va rumbo a
perder las elecciones. Sin embargo, aunque Cristina es la dirigente opositora
con más intención de voto, tiene un techo que el kirchnerismo no ha logrado
perforar en las últimas tres contiendas electorales. El escenario de este año perfila
a ser muy parecido al de 2015, con dos fuerzas que captan al 70% del
electorado. No hay nada nuevo esta vez. Todo lo que se ofrece al electorado por
ahora es viejo y conocido. En medio de una crisis económica que no da respiro, ¿Hay
futuro?
El autor es Consultor político, socio de Reyes-Filadoro