Devaluó. Llevó la inflación al 25%, al 20%, al 13 al 11. Cumplió la promesa: hoy, la inflación no es una preocupación para los argentinos.
Asumió con una debilidad histórica, pero logró transitar ordenadamente sus primeros 12 meses de gobierno. Los claroscuros de una gestión que no termina de arrancar, aunque que cumplió con su principal promesa de campaña.
Devaluó. Llevó la inflación al 25%, al 20%, al 13 al 11. Cumplió la promesa: hoy, la inflación no es una preocupación para los argentinos.
Hizo el ajuste más grande de la historia. No lo pagó la casta, lo pagó la gente: jubilados, docentes, trabajadores de la mínima, los estudiantes universitarios; no hubo más obra pública. Pero mantuvo el superávit a rajatabla, contuvo el dólar y logró estabilidad... al menos por un tiempo.
Milei pasó la mayor parte de su primer año de gestión en la Quinta de Olivos, solo o con reuniones privadas y tuiteando: en promedio, estuvo 2 horas 40 por día en la red X; a eso hay que sumarle otras redes sociales. El modelo no necesita más: bajó la inflación y limitó los piquetes, que es lo que se le pedía. Echó o se fueron casi 100 funcionarios, según el recuento que hace el politólogo Pablo Salinas; la última fue Florencia Misrahi del Arca.
También fue a viajes internacionales a predicar como un gurú libertario; en la mayoría de los viajes, no tuvo encuentros con otros mandatarios, ni con empresarios o inversores, sino que se limitó a dar conferencias para compartir su modelo de éxito al mundo. No necesitó más para ser la estrella mundial y llegar a las tapas de los diarios y revistas más prestigiosas del mundo.
Milei cumplió con lo que prometió. El Presidente está haciendo una revolución. Los que me siguen semana a semana saben lo que pienso de esa revolución. No viene al caso en este contexto.
Milei no tuvo en campaña discurso para la democracia, a la que desprecia. Y justamente durante su primer año de mandato intentó cerrar (metafóricamente) el Congreso:
Fue consecuente con lo que prometió en campaña, cuando ni una sola vez tuvo palabras sobre la importancia de la democracia. De hecho, sus máximos referentes intelectuales suelen relativizar la eficacia de ese sistema de gobierno.
Tampoco mintió cuando dijo que no iba a cambiar sus formas en el poder: mantuvo un esquema de comunicación agresivo, con insultos y ataques a los que piensan diferente, incluyendo a los periodistas críticos (“ensobrados” todos, según él), artistas (“Lali Depósito”) o gobernadores (Le dijo “mogólico” al gobernador Nacho Torres en medio de una pelea por fondos). Dice que tiene derecho a hacerlo, sin tomar en cuenta la desproporcionalidad de una crítica de un comentarista respecto al comentario de un presidente.
Es claro que todos los indicadores macroeconómicos están mejor, al menos en el corto plazo. La duda es si eso va a tener algún impacto en la economía real.
Sobre el filo del viernes se conocieron los datos de actividad económica de dos sectores clave: la industria y la construcción.
La industria acumuló una caída este año de 11,6%. Pero además, si se mira mes a mes, también se ve una caída del 0,8%. Por otro lado, si se mira con lupa cada subsector, muchos tuvieron descensos del 20% o más.
La construcción acumuló 29% de caída en 2024 y además cayó 4% respecto del mes anterior. La pérdida de puestos de trabajo es catastrófica.
Milei venía diciendo que si se miraba contra el mes anterior, se veía el crecimiento. Ya no.
La UCA presentó sus datos de pobreza. Comparó todo 2023 contra el tercer trimestre de 2024.
Hay otros datos llamativos.
En todos los casos, sectores bajos y muy bajos aumentaron hasta 15 puntos las cosas que tenían que recortar, mientras que los sectores de nivel socioeconómico alto prácticamente no tuvieron que hacer esfuerzos para sobrellevar la crisis.
Antes de cerrar el análisis, es necesario detenerse en un capítulo político que presenta algunos ribetes extraños.
Javier Milei logró asumir la presidencia gracias a los votos prestados del PRO, liderado por Mauricio Macri, y de su candidata presidencial, Patricia Bullrich. Sin embargo, apenas comenzó su mandato, optó por cerrar una alianza con Bullrich, dejando de lado las sugerencias de Macri. Durante su primer año en el poder, recurrió a Macri según sus necesidades, utilizándolo o descartándolo a conveniencia.
Ahora, Milei tomó una decisión política que marcará el rumbo de su gobierno y de la política nacional durante todo 2025. Decidió romper su alianza con Macri y, en cambio, establecer una alianza táctica, aunque no explícita, con el kirchnerismo.
Esta movida fue verbalizada la semana pasada a través de un tuit en el que Milei usó una alegoría bíblica: "Prefiero a un malo porque sé a qué atenerme, antes que a un tibio cuyo comportamiento es impredecible", escribió, palabras más o menos.
El acuerdo con el kirchnerismo promete desarrollarse en distintas instancias. Habrá que ir viendo paso a paso qué se cumple y qué no.
La gran pregunta es si este modelo está condenado al éxito (como dice Milei) o al fracaso, como insisten los agoreros.
¿Qué pesa más?
¿La baja de la inflación o la pobreza sostenida por las nubes?
¿El dólar barato o la falta de pesos en la calle?
¿Las mejoras en el clima de inversiones primarias (energía, básicamente) o la crisis de la industria?
¿La fiesta financiera o la no creación sostenida de empleos?
¿El aumento del crédito o el salario promedio bordeando la línea de pobreza?
¿Los viajes a Brasil o el sector turístico paralizado?
No hay respuesta. Por ahora, noticia en desarrollo.
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