Los grisines caseros son uno de esos clásicos que nunca pasan de moda. Ideales para acompañar picadas, untar con dips o servir junto a sopas y ensaladas, se elaboran con una masa básica de harina, aceite, agua, levadura y sal. Aunque pueden encontrarse en cualquier panadería, prepararlos en casa tiene una ventaja indiscutible: se pueden adaptar al gusto personal, controlar la textura y jugar con distintos sabores.