Paso a paso para lograr una masa pareja y flexible
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Procesar la espinaca. Colocarla en una licuadora o procesadora junto con la leche y el huevo. Mezclar hasta obtener una preparación homogénea y verdosa.
Incorporar los secos. Agregar la harina, la pizca de sal y los condimentos elegidos. Volver a mezclar hasta integrar. Si la mezcla queda demasiado espesa, sumar un chorrito más de leche.
Cocción. Calentar una sartén antiadherente a fuego medio y engrasarla ligeramente con aceite o manteca. Verter una porción pequeña de la mezcla y expandirla moviendo la sartén para formar un círculo fino. Cocinar 1 o 2 minutos por lado, hasta que se doren ligeramente y puedan despegarse con facilidad.
Reservar. Apilar los pancakes en un plato cubierto con un paño limpio para que se mantengan tiernos.
¿Cómo se pueden servir?
Las opciones son variadas. Para un desayuno o merienda salada, se pueden comer solos con queso untable, palta o hummus. Si se busca un almuerzo rápido, funcionan como base para wraps con pollo, verduras salteadas o atún. También pueden usarse como capas de una especie de “lasagna” rápida, intercalando rellenos y gratinando al horno.
Quienes prefieren un toque más gourmet pueden dorarlos en manteca con ajo y servirlos como acompañamiento de carnes o pescados. Incluso hay versiones que suman avena a la mezcla para hacerlos más espesos y convertirlos en medallones tipo “hamburguesa” vegetal.
¿Se pueden conservar o congelar?
Sí. Una vez fríos, se pueden guardar en la heladera dentro de un recipiente hermético durante tres días. También se pueden congelar apilándolos separados con separadores o papel manteca entre cada uno para evitar que se peguen. Para consumirlos, alcanza con calentarlos unos segundos en sartén o microondas.
Los pancakes de espinaca son una alternativa creativa y accesible para incorporar verduras sin complicarse en la cocina. Una receta que demuestra que, con pocos ingredientes y una licuadora, se puede transformar lo cotidiano en algo diferente y versátil.