MÁXIMA TENSIÓN

Barras de la U. de Chile intentaron tomar la comisaría y agredieron a un periodista de América TV

El periodista Guido Korman y su camarógrafo fueron agredidos mientras cubrían la liberación de hinchas de la Universidad de Chile en la Comisaría Primera de Avellaneda. Según denunciaron, la barra intimidó a familiares y cortó la transmisión.

Barras de la U. de Chile intentaron tomar la comisaría y agredieron a un periodista de América TV

Barras de la U. de Chile intentaron tomar la comisaría y agredieron a un periodista de América TV

La violencia que empañó la suspensión del partido entre Independiente y Universidad de Chile por la Copa Sudamericana tuvo un nuevo capítulo. Esta vez, fuera de la cancha: el periodista Guido Korman, de América TV, fue agredido mientras cubría la liberación de hinchas chilenos en la Comisaría Primera de Avellaneda.

El episodio, transmitido en vivo en el programa Lape Club Social de Sergio Lapegüe, dejó al descubierto un preocupante escenario: la intimidación directa a la prensa.

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Cómo fue la agresión a Guido Korman y su equipo

El móvil de América se encontraba en la puerta de la comisaría, donde familiares esperaban la devolución de documentos y pertenencias de los detenidos. Allí, según relató el propio periodista, un grupo de barras de la U. de Chile comenzó a hostigar al equipo.

“Estamos en el móvil rodeados de hinchas, nos agredieron y también golpearon a nuestro camarógrafo”, alcanzó a decir Korman en vivo, antes de que la señal se cortara. Lapegüe, desde el estudio, advirtió que la cámara registraba los momentos de tensión hasta que la conexión cayó abruptamente. “Nos bajan la señal, ellos mismos cortan los cables”, señaló indignado.

Las imágenes mostraron a hinchas escupiendo al periodista y golpeando el vehículo del canal, en un contexto de creciente violencia.

Durante la transmisión, Mauro Szeta y Sergio Lapegüe describieron lo que ocurría en tiempo real. Szeta detalló que la barra había ordenado a los familiares de los liberados no hablar con medios argentinos y que, cada vez que un periodista intentaba cubrir, era hostigado.

“Esto es gravísimo: estamos hablando de la puerta de una comisaría en la provincia de Buenos Aires y no hay protección policial. Los periodistas argentinos no pueden transmitir”, sostuvo Lapegüe.

El propio Korman agregó que, dentro de la seccional, también hubo corridas y golpes entre hinchas mientras esperaban la devolución de celulares y documentos. “Fue un descontrol dentro de la comisaría”, explicó.

El trasfondo del episodio era la liberación de los simpatizantes chilenos detenidos por los incidentes en el estadio de Independiente. Aunque la mayoría ya había recuperado la libertad, aún restaba la entrega de pertenencias personales. Ese momento fue aprovechado por la barra para marcar presencia y condicionar a familiares y testigos, lo que generó un clima de extrema tensión.

Según relató el equipo de América, algunos hinchas se mostraban dialoguistas, pero otros directamente intimidaban. “No con argentinos”, fue la frase que recibieron cuando intentaron hablar con algunos familiares.

Uno de los puntos más polémicos fue la falta de seguridad en el lugar. Korman aseguró que, al ingresar a la comisaría, no vio efectivos a cargo del operativo. “La comisaría estaba de alguna manera tomada por la barra brava de la U de Chile”, describió.

Desde el estudio, Lapegüe y Szeta coincidieron en que la situación no solo expuso a los periodistas, sino que evidenció la falta de control estatal frente a un grupo que ya había protagonizado serios incidentes en Avellaneda la noche anterior.

Un nuevo golpe a la libertad de prensa

El ataque al móvil de América TV generó gran repercusión en redes sociales y abrió un debate sobre la seguridad de los periodistas que cubren hechos vinculados con barrasbravas. El propio Lapegüe, al aire, remarcó: “Impiden la libertad de prensa. Esto no puede pasar en una comisaría de Argentina”.

Lo ocurrido en Avellaneda refleja la continuidad de un clima de violencia que empezó en el estadio y que, lejos de calmarse, se trasladó a la calle y a una dependencia policial. Para el periodismo, quedó la experiencia amarga de trabajar rodeados de hostigamientos y agresiones físicas, en un contexto donde la ausencia policial fue tan visible como alarmante.