Elecciones y economía

EE.UU. promete dólares sin límites: ¿estabilidad o una nueva ilusión argentina?

El dólar comenzó a moverse hacia arriba pocos días más tarde del debut del sistema de bandas. Hizo falta la ayuda fundamental del Tesoro de EE.UU. para apuntalar el mercado argentino. ¿Da tranquilidad o llama a seguir comprando dólares?

Roberto Adrián Maidana
por Roberto Adrián Maidana |
El apoyo del Tesoro de Estados Unidos: ¿Última oportunidad o una invitación a comprar dólares? (Foto: A24.com)

El apoyo del Tesoro de Estados Unidos: ¿Última oportunidad o una invitación a comprar dólares? (Foto: A24.com)

El tesoro norteamericano sostiene la banda cambiaria, pero el recurso de buscar al dólar como refugio, por parte de los argentinos, no se calma con ningún anuncio. La experiencia y memoria colectiva pueden más que cualquier garantía que se nos dé.

La noticia irrumpió como un golpe de realidad en el corazón del mercado: el secretario del Tesoro de Estados Unidos habría garantizado a la Argentina un acceso irrestricto a divisas para controlar la cotización del dólar. Cada vez que suba la demanda, habrá dólares disponibles para aplacar cualquier sobresalto. Y esto es lo que ha sucedido desde fines de julio y se exacerbó hacia el 7 de septiembre, cuando el gobierno nacional perdió por 14 puntos en las elecciones bonaerenses. Como la banda cambiaria mostró filtraciones por el techo con el dólar subiendo, el Tesoro de Estados Unidos salió al rescate.

Habló de un "swap" de 20.000 millones de dólares, en primer lugar. Pero como eso no fue suficiente, se transformó en un fuerte operador en el mercado cambiario argentino. Para mantener al dólar dentro de la banda iniciada a mediados de abril.

El mensaje -entonces - es simple y contundente: “no habrá corrida”. Y, en un país traumatizado por devaluaciones recurrentes, esa frase tiene un valor emocional tan grande como financiero. El anuncio, más allá de su viabilidad o alcance técnico, instala un nuevo marco mental. Si el dólar tiene un techo garantizado -digamos, $1.500 en estos días-, el riesgo cambiario debería desaparecer. Y cuando eso sucede, cambia todo: las decisiones de consumo, de inversión y hasta la política económica. Pero hay elementos para seguir con atención.

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Javier Milei, aliado de Donald Trump. El camino al rescate con los dólares. (Foto: Presidencia)

Javier Milei, aliado de Donald Trump. El camino al rescate con los dólares. (Foto: Presidencia)

El alivio de corto plazo

Desde una perspectiva inmediata, el efecto es positivo. La sola idea de contar con un “paraguas” de la Reserva Federal reduce la demanda preventiva de dólares, modera expectativas y estabiliza precios. El comercio exterior puede planificar. Las empresas respiran. El Tesoro argentino gana aire para administrar sus vencimientos y la inflación recibe un freno psicológico. La calma es real y, en un país que ha vivido una década de sobresaltos, esa calma es oxígeno. Pero, como toda anestesia, su efecto es temporal y puede tener efectos colaterales si se prolonga sin cirugía de fondo.

¿Qué hace un argentino con pesos si sabe que el dólar no se moverá?

La pregunta es clave. Porque el comportamiento individual termina definiendo el rumbo macroeconómico. Si sé que el dólar se mantendrá en torno a $1.500 y que cada vez que suba alguien lo bajará con dólares frescos de Washington, ¿para qué invertir?

Si el tipo de cambio no va a moverse, la cobertura cambiaria deja de tener sentido. Al mismo tiempo, si la estabilidad depende de dólares que vienen de afuera -y no de exportaciones o superávit comercial-, el precio estable se percibe como artificialmente barato.

Y entonces surge una segunda lógica: “Si los dólares están baratos y garantizados, mejor los compro ahora, porque nada garantiza que no vayan a subir”.

En otras palabras, el mismo anuncio que busca frenar la dolarización puede, paradójicamente, reactivarla, porque el público interpreta que está ante una oportunidad de comprar una divisa subsidiada. Nada menos, que por el Tesoro de Estados Unidos

La trampa del dólar estable

En la economía argentina, el tipo de cambio siempre fue más que un precio: es un termómetro político y un refugio emocional.

Cuando se lo congela o se lo controla con recursos externos, se introduce una ilusión de estabilidad que cambia los incentivos más profundos del sistema productivo.

Los empresarios dejan de invertir en capacidad, los consumidores postergan decisiones y los exportadores pierden competitividad.

Un dólar fijo sostenido artificialmente por dólares ajenos es como un espejo retrovisor: refleja estabilidad, pero oculta la fragilidad del camino por delante.

Mientras los dólares fluyan, el peso parecerá fuerte. Pero si el flujo depende de la voluntad política del país que los aporta, la estabilidad deja de ser un activo y se convierte en una dependencia.

Los incentivos que genera el “ancla americana”

Saber que el Tesoro norteamericano está dispuesto a vender dólares cada vez que la demanda suba genera tres conductas típicas:

  1. El “oportunista”: busca aprovechar la brecha temporal. Compra dólares baratos hoy con la esperanza de que, tarde o temprano, el esquema se agote.
  2. El especulador racional: espera señales políticas. Si el respaldo se mantiene firme, entra al mercado financiero local para capturar rendimientos en pesos.
  3. El empresario cauteloso: congela proyectos de inversión hasta ver si la estabilidad cambiaria se traduce en estabilidad macroeconómica.

En ningún caso la reacción inmediata es “producir más”. Nadie invierte porque haya dólares baratos. Se invierte cuando hay reglas, rentabilidad y demanda. Y ninguna de esas tres cosas se garantiza con un tipo de cambio sostenido desde Washington.

Estabilidad sin productividad: el riesgo de la anestesia prolongada

Una economía puede vivir con un tipo de cambio estable durante un tiempo, siempre que ese precio sea consistente con su estructura productiva. Si el tipo de cambio se sostiene con dólares externos sin que aumente la generación interna de divisas, la cuenta corriente se deteriora.

Los dólares que entran por apoyo político salen por importaciones, turismo o fuga. La producción local, encarecida en dólares, pierde terreno frente a bienes importados. Y el país puede entrar en una dinámica peligrosa: consumir estabilidad hoy a costa de vulnerabilidad mañana.

La ilusión del poder infinito

El otro error conceptual es creer que Estados Unidos puede sostener eternamente el equilibrio cambiario argentino sin costo. Ningún país presta dólares infinitamente sin pedir algo a cambio. Además, este "rescate" tiene que lidiar con la oposición demócrata en Washington y los productores de los Estados Unidos. No quieren "sostener" con sus dólares a un país que incumple de manera serial compromisos externos.

El “apoyo” puede venir condicionado: control fiscal, transparencia financiera, alineamiento político. Y una vez que las condiciones se vuelven incómodas, o difíciles de sostener, la asistencia se reduce.

La credibilidad no se construye con reservas prestadas, sino con resultados propios. Por eso, Scott Bessent habló de "no permitir otro experimento fallido en América Latina". El apoyo debería ser para cambiar de raíz la matriz económica argentina. Producir más y exportar más todavía. Solo así llegarán los dólares genuinos que el país necesita para crecer.

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Milei con el titular de la Secretaría del Tesoro, el

Milei con el titular de la Secretaría del Tesoro, el "benefactor" Scott Bessent. (Foto: Archivo)

El desafío: transformar la estabilidad en producción

El verdadero desafío es usar este tiempo de estabilidad para producir más, exportar más y depender menos del dólar ajeno. Si el mercado percibe que el ancla cambiaria se acompaña de un aumento genuino en la oferta de divisas, agro, energía, minería, servicios, entonces la estabilidad será sostenible.

Pero si el Estado y el sector privado interpretan el respaldo externo como una garantía de que “nada malo puede pasar”, la historia volverá a repetirse: tipo de cambio fijo, boom de consumo, atraso competitivo y crisis cuando se acaben los dólares.

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Dólares no van a faltar. ¿Un alivio o una nueva

Dólares no van a faltar. ¿Un alivio o una nueva "excusa" para no cambiar? (Foto: Gentileza Dical)

Qué puede pasar con este esquema del “salvavidas” desde Washington

Saber que el Tesoro norteamericano proveerá los dólares necesarios para mantener el tipo de cambio en torno a $1.500 ( o un poco más - puede brindar tranquilidad, pero también adormecer la capacidad de riesgo y planificación del sector privado.

La estabilidad, cuando no surge de la productividad, se vuelve un bien de consumo más: se disfruta mientras dura.

El verdadero cambio sería que, por primera vez, Argentina use esa ventana de calma para reconstruir su músculo exportador, en lugar de gastarse el oxígeno en sostener el espejismo de un dólar barato.

En definitiva, el dólar puede estar quieto, pero la economía no puede quedarse inmóvil. Porque si el precio está anclado desde afuera y la producción no se mueve, las “corridas”, que tanto complican, no serán por miedo: serán por costumbre.

De eso se trata: cambiar de bastón para caminar o valernos por nosotros mismos.

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