Ponen en práctica un modelo de negocios, representan a compañías financieras que buscan rédito, dejan a las sociedades huérfanas de liderazgos para conseguir más dinero. Simple y concreto.
La receta parece maquiavélica: reducir el déficit fiscal y controlar la emisión monetaria. Pero esta visión dogmática ignora las complejidades de una economía real y -lo que es más preocupante- perjudica el crecimiento y la producción.
El enfoque monetarista sostiene que la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario. Una tontería ridícula en nuestros días. En Argentina en poco tiempo ya se notan los resultados. No es así.
La inflación es un fenómeno complejo y multicausal.
Siempre lo mismo
Desde la perspectiva monetarista, la solución a la inflación y otros males económicos reside en la restricción de la oferta monetaria y la disciplina fiscal. Se sacan cero en la adaptación de las políticas a cada país y así les va: intentan llegar a una paz que solo se da en el cementerio.
Con la población pobre, con hambre y sin bienestar no hay gobierno. Es solo sadismo cruel contra los más vulnerables.
La reducción del déficit fiscal frecuentemente se traduce en recortes drásticos en el gasto público, éstos mejoran las cifras del balance fiscal a corto plazo, pero tienen efectos devastadores en sectores esenciales como la educación, la salud y la infraestructura.
La falta de inversión de las grandes corporaciones nacionales, principalmente y la escasa inversión extranjera en la economía real perjudica el progreso del corto plazo y además socava las bases del crecimiento económico a largo plazo.
Argentina desde hace 50 años, gracias a los monetaristas, solo atrae inversiones especulativas que jamás ayudan, por el contrario.
El desastre
Por otro lado, el control estricto de la emisión monetaria lleva indefectiblemente a una contracción del crédito disponible para las empresas. En un entorno donde la liquidez es escasa, las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de la economía y la creación de empleo, se ven particularmente afectadas. Sin acceso a financiamiento asequible, estas empresas no pueden invertir, innovar ni expandirse, lo que resulta en un estancamiento económico y un aumento del desempleo.
Una vergüenza el solo hecho que lo planteen, pero no… van por más. Lo dicen y por los fracasos de políticos la sociedad los aguanta.
Estamos viviendo una tragedia bíblica y la ciudadanía no la mira, "no la ve". Vemos la ola del tsunami en los datos, en los registros y hasta en la costa, pero no creemos que nos va a arrasar, confiamos que todo estará mejor porque los anteriores administradores lo hicieron mal: un error que costará menos actividad económica, más desocupación, pobreza e incluso vidas.
Final no feliz
El énfasis exclusivo en la estabilidad monetaria ignora la importancia de las políticas orientadas al fomento de la producción y el crecimiento. Un país no puede prosperar únicamente manteniendo sus cifras fiscales en orden; necesita una economía vibrante y en expansión.
Esto requiere un entorno propicio para la inversión, incentivos para la innovación y políticas que promuevan la competitividad y la diversificación económica.
Milei confía en las fuerzas del cielo porque son las únicas que no le dicen de frente lo que está sucediendo. Los seres humanos piensan que puede ser un loco con buenas intenciones, pero por lo que ya vemos, mago no es… es más un CEO de compañía financiera que perjudicará a la Argentina incluso más que Mauricio Macri.
Una economía en crecimiento genera mayores ingresos fiscales, lo que facilita la reducción del déficit sin necesidad de recortes drásticos. De esta manera, la sostenibilidad fiscal y el crecimiento económico no son metas mutuamente excluyentes, sino que deben ser perseguidas de manera complementaria.
La experiencia de países que han seguido un enfoque equilibrado es reveladora, han logrado un crecimiento sostenido y una estabilidad fiscal son aquellas que han invertido en su gente, en su infraestructura y en su capacidad productiva. Estos países entienden que la estabilidad fiscal es una condición necesaria, pero no suficiente para el desarrollo económico.
En conclusión, es hora de que Milei y Caputo reconsideren la obsesión por el déficit fiscal y la emisión monetaria. Las verdaderas soluciones a nuestros desafíos económicos residen en un enfoque productivista que priorice tanto la estabilidad fiscal como el crecimiento y más trabajo. Solo así podremos construir una economía capaz de ofrecer prosperidad y oportunidades para todos.
AH!
Y siempre recuerden: si ven monetaristas cerca, aléjense porque a la larga te destruyen.
(*) Matías Pérez Manghi es empresario y analista económico