Los pilotos de cada auto fueron:
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N°1, trompa roja: Rubén Luis Di Palma, Carmelo Galbato y Oscar “Cacho” Fangio.
N°2, vivos amarillos: Eduardo Rodríguez Canedo, Jorge Cupeiro y Gastón Perkins.
N°3, todo blanco: Eduardo Copello, Oscar Mauricio Franco y Alberto “Larry” Rodríguez Larreta.
Cada turno de conducción duraba una hora y media, equivalentes a unas cinco vueltas, con tiempos de vuelta entre 13 y 14 minutos dependiendo de la luz y el clima.
Cómo fue la carrera y la hazaña de los Torino
Desde el inicio, los Torino 2 y 3 sorprendieron a los europeos, ocupando los dos primeros puestos tras las primeras horas. Sin embargo, los contratiempos llegaron: el auto N°2 abandonó tras 411 vueltas y el N°1 quedó fuera el segundo día por problemas mecánicos.
El N°3 continuó firme hasta la hora 64 liderando a un ritmo más bajo para asegurar la continuidad del equipo. A pesar de romper el escape y enfrentar penalizaciones, el trío argentino logró mantenerse competitivo, descontando vueltas al líder durante la mañana final y llegando a la cuarta posición, solo por detrás de un Mazda que se benefició de la reglamentación.
Aunque no alcanzaron el podio, la participación del Torino N°3 quedó en la memoria como una de las gestas más destacadas del automovilismo argentino.
Qué significa esta historia para Colapinto
Franco Colapinto, piloto de Alpine en Fórmula 1, eligió un casco con el diseño que recuerda a la Misión Argentina para el Gran Premio de Estados Unidos. Para el joven argentino, la referencia histórica conecta con la herencia de pilotos argentinos como Juan María Traverso y Carlos Reutemann, y lo inspira en su propia trayectoria en la máxima categoría mundial.
“Es un guiño al pasado de gloria argentino, y también un recordatorio de que los desafíos más difíciles pueden superarse con constancia y trabajo en equipo”, destacó Colapinto durante la presentación.
Cómo refleja la historia de 1969 la identidad del automovilismo argentino
Más allá de los resultados, la Misión Argentina simboliza ingenio, perseverancia y orgullo nacional. Los Torino demostraron que la industria y la pasión argentina podían competir en el escenario más exigente del mundo, y hoy su legado se renueva con pilotos como Colapinto, que llevan esa historia a la Fórmula 1.