La política sigue enfrascada en discusiones alejadas de los problemas de la sociedad. Peleas que en la mayoría de los casos son declamativas: no tienen chance de pasar por el Congreso y van a quedar en la nada.
El Frente de Todos presentó el jueves en el Senado un proyecto para ampliar a 25 los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Fue una propuesta ideada por los gobernadores peronistas, que probablemente no tengan otros temas más urgentes en sus provincias.
Lo pidieron en un documento 16 gobernadores del Frente de Todos: no lo firmaron ni los de Juntos por el Cambio, ni los de partidos provinciales. También faltó el de Santa Fe, Omar Perotti, que tiene juego propio.
Seguramente el tema se apruebe sin problemas en el Senado. Pero es imposible que se vote algo así en Diputados.
La oposición también tiene su agenda paralela, alejada de cualquier necesidad de la gente. Aprobó la semana pasada la Boleta Única de Papel para cambiar el sistema de voto en elecciones nacionales. Casi imposible que se vote en el Senado.
En el Senado hay más temas dando vueltas. También, otros de vital importancia para el futuro del país y que no dejan dormir a la gente. Por ejemplo, el que impulsó Oscar Parrilli (el hombre que solo actúa por orden explícita de Cristina), que pide cambiar la ley de consulta popular “vinculante” y “no vinculante”.
Esto es, básicamente, que la gente pueda votar por sí o por no temas, y que luego la política tenga que ejecutar.
El proyecto permite que por mayoría de los presentes en el Congreso (ni siquiera haría falta una mayoría especial) se pueda convocar a una consulta popular de cualquier tema, menos reformas constitucionales y temas tributarios (y algún otro).
Y además se va a poder convocar a esa consulta el mismo día que una elección. Entonces, por ejemplo, el día que se voten diputados nacionales se va a poder plegar una boleta que diga: “¿Está usted de acuerdo con los aumentos generalizados de sueldo? Sí o no”. Por supuesto, el sí acompañaría la boleta del oficialismo de turno.
O quizás consultar sobre el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas públicas. Horacio Rodríguez Larreta decidió prohibirlo por resolución para acercarse a algunos votantes de Macri, Bullrich y Milei. Mientras, las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires siguen siendo un freezer. Ya que estamos, tampoco tienen papel higiénico, ni jabón. En el Gobierno porteño saben que las familias de escuelas públicas no son sus votantes.
El Gobierno está en el plan aguantar. Antes estuvo en el mismo plan Mauricio Macri y antes, Cristina Kirchner. Los dos llegaron con lo justo al final de su mandato. Los dos creen que tuvieron gobiernos exitosos.
Ni el oficialismo ni la oposición dan pistas de cómo va a seguir la cosa. Horacio Rodríguez Larreta dice que tiene un equipo de 90 economistas que está pensando su plan de gobierno en caso de que le toque asumir. Habla de un plan de shock. No da pistas de cómo sería.
Patricia Bullrich sigue juntando a sus supuestos equipos de gobierno y presenta planes que no termina de decir cómo va a implementar. Por ahora son eslóganes. El martes pasado juntó a esos equipos técnicos con Mauricio Macri. La foto fue tomada como un respaldo a su candidatura. Pero Macri da cada vez más pistas de que quiere ser él. Está convencido de que puede ganar solo.
En Juntos por el Cambio todos sospechan que el espacio se va a romper el año que viene. Los radicales no quieren volver con Macri. Lo dejó claro el último cruce entre Morales y Macri: tienen miradas opuestas de lo que hay que hacer con la economía
Javier Milei se mantiene con sus ideas libertarias, más parecidas a las de un centro de estudiantes liberal que a un programa de gobierno posible de realizar. Su gran mérito había sido decir que había soluciones para los problemas de la gente. Pero por ahora su mayor propuesta para resolver la pobreza estructural es liberar la venta de órganos y la portación de armas. Su último acto en el conurbano no fue lo esperado.
El Gobierno se habla a sí mismo y confía en que el tiempo solucione los problemas. Martín Guzmán espera: en el peronismo no kirchnerista (cada vez queda menos de eso) dicen que su suerte está atada a la inflación de septiembre. Ese mes se va a saber si el plan económico de estabilización funcionó o no. Los números del dólar y el riesgo país de los últimos días abren un interrogante: ¿le queda ese tiempo a Martín Guzmán?
El plan económico del Gobierno está atado a un par de variables incontrolables.
Todo atado con alambre:
Ahora, la mayor preocupación son las reservas. En el Gobierno todos coinciden en que el crecimiento es sostenido, que hay inversión en todos los sectores y que el contexto internacional es (muy) favorable. Por más que la guerra de Ucrania se termine mañana, el mundo entendió que no puede depender de Rusia para el abastecimiento energético.
Los alimentos y la energía son insumos clave. La Argentina puede proveer ambas. Las inversiones están llegando. El empleo crece. Con pleno empleo, los salarios van a ganarle naturalmente a la inflación. Es cuestión de esperar. Es el argumento oficial.
Pero las reservas no crecen. Se esperaba sumar mucho este trimestre. Había que acumular para importar energía en el segundo semestre.
En el Gobierno dicen que no pasa nada (lo mismo que decía Marcos Peña cuando era jefe de gabinete). La versión oficial:
“La brecha atenta contra la acumulación de reservas. El programa con el FMI es inflacionario porque te obliga a devaluar todos los meses. Los sectores que están funcionando bien empiezan a mostrar signos de agotamiento. Lo social está muy contenido y bien trabajado por el Gobierno, pero con muchas dificultades”, dice un analista de mercado con fuerte vínculos con el peronismo.
¿Pueden cumplir las metas de reservas? “No subestimaría la capacidad de acción de un gobierno”. Habla de creatividad contable. Sabe de lo que habla porque tuvo responsabilidades de gestión.
La dirigencia debería estar trabajando para solucionar los problemas reales del país. Y para solucionar el principal problema de fondo: no es la economía, sino la política. Porque es ese es el cimiento de todos los males.
¿En qué momento la gestión política se volvió ultraconservadora? ¿Por qué todos están especulando para retener unos pocos votos propios en lugar de buscar soluciones para un desarrollo sostenible?
Para eso se necesitan acuerdos mínimos entre los dirigentes de los distintos espacios políticos. Ni la reforma a la Corte Suprema ni la Boleta Única parecen ser temas que generen grandes consensos. Apenas sirven para mantener entretenidos a los fanáticos propios.
La Argentina está bloqueada por las internas del oficialismo y por la oposición que ganó las elecciones. Probablemente el próximo gobierno sea igual. Se suma la lógica de un Presidente que no gobierna.
“Yo no soporto que en off se hable mal de otro. Es más, reniego de los que hablan en off, debo confesar. Es mejor hablar francamente”, dijo Alberto Fernández en una entrevista a La Nación el fin de semana. Todos lo saben: no hubo otro presidente en la historia que hablara tanto en off como Alberto Fernández. Un signo más de la falta de credibilidad.
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Como te decía es un tema que no le importa a nadie. Pero para tener en cuenta lo que puede pasar en los próximos días en el Senado.
Se necesitan 37 senadores sentados para el quorum. Juntos por el Cambio tiene 33 (con aliados) más 2 legisladores de partidos provinciales que comprometieron su apoyo. (en total 35, le faltan 2).
El Frente de Todos, con 37 votos, puede rechazar el proyecto y evitar que se vote por un año entero. Con aliados tiene 35 senadores más 2 de partidos provinciales que podrían respaldarlo (total 37).
Pero hay tres senadores peronistas que en su momento defendieron en el mecanismo de la boleta única en sus provincias.
Otra vez, difícil que salga.
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