“Me atendieron en el mismo club: hicieron un protocolo de enfermería y médico, me realizaron un chequeo cardiovascular y yo sabía que me había infartado. Hacía una semana o más que había aprendido acerca de esto por lo que le pasó a Joaquín Levinton: el dolor en el pecho, en la espalda, la presión. Hay que darle importancia a esos síntomas. Eso fue lo que me dio la idea de que estaba infartado y se lo pregunté al médico, que me dijo: ‘Sí’. Automáticamente, socios y cardiólogos acudieron a mi ayuda, tomaron decisiones importantes, llamaron a tres ambulancias y me trasladaron al Sanatorio de la Trinidad. Capítulo aparte: una institución, ejemplo de cómo hay que trabajar en situaciones de crisis”, explicó el paso a paso de las medidas que tomaron los profesionales médicos.
Y siguió sobre el momento cúlmine: "Entro en paro a metros de llegar a la Trinidad, salta de la ambulancia y pide ayuda desesperadamente a los gritos, rápidamente el personal médico acude a mi ayuda. Gracias al médico cardiólogo que me salvó la vida, yo había muerto en esos momentos, no tenía más signos vitales. Fue todo el equipo de urgencias, guardia, que me salvó. No me acuerdo de nada. Lo que les estoy contando es porque me fueron relatando y me despierto en una cama de hospital no entendiendo nada por más que yo sabía, pero tenía imágenes vagas de mi infancia, como que estaba en mi dormitorio de la infancia de los 10 años.
“Voy tomando noción de la realidad hasta que, ya más estabilizado y antes de que me hicieran el primer stent, me cuentan lo que había pasado y que había estado muerto. A partir de ahí, el equipo tuvo una capacidad de reacción enorme. Me atendieron fantásticamente bien: las enfermeras, la gente de nutrición, el personal de servicio y de limpieza. La verdad es que no tengo nada para decir y todo para agradecer", sumó.
"Ni hablar de todos los socios del Club Hacoaj que acudieron en mi ayuda, de la caravana que siguió a la ambulancia. No tengo más que agradecimiento y sentirme orgulloso de pertenecer a una institución prestigiosa, con gente buena y sana, que se preocupa por el otro. También quiero agradecerles a los medios de comunicación que se ocuparon del tema con respeto, por sobre todas las cosas", destacó el accionar de los socios de la institución, preocupados por su salud, y a los colegas que abordaron el tema desde que ocurrió.
"Les quiero dejar un agradecimiento enorme y decirles que se cuiden, que se hagan chequeos, que sean felices, que vivan los días uno a uno. Les juro que no necesité esto para darme cuenta de que había que vivir así: vivo así hace mucho tiempo. Vivo en felicidad, porque la felicidad es una actitud. Vivir en felicidad es vivir en actitud de felicidad, y yo quiero, por muchos años más, estar vivo para ver a mis hijos crecer y seguir trabajando en lo que amo. Espérenme: van a ser unos días sin estar en pantalla, pero me voy a dedicar a los míos, a escribir y a relajar. Gracias enormes”, agradeció y también concientizó sobre la situación.
Además, no dejó mencionó que "cumplí 54 años el 26 y volví a nacer el 27. Hay que hacerse chequeos, hay que hacerle caso al corazón y a los síntomas. Nunca tuve un episodio coronario previo: soy una persona sana, no tengo colesterol, no tomo, no fumo ni consumo drogas. Y eso hace que esté a 24 horas del alta hospitalaria, con todos los cuidados del caso”.
“La gente es increíble: por sus mensajes, el cariño, los rezos. No importa de qué religión hayan sido; en definitiva, el mensaje le llegó al de más arriba, que me mandó de vuelta porque hay mucho más para hacer. Fue 2025 un año increíble, en lo laboral, profesional y familiar; en poder escribir un libro y volver a renacer; en mirar el vaso medio lleno. Mirar la vida desde un lugar mucho más positivo es lo que me hace feliz", reflexionó.
Finalmente, concluyó: "Estoy vivo por mi familia, por ustedes y, fundamentalmente, porque cuando me subí a la camilla le dije al médico: ‘Yo no me voy a morir’. Estoy vivo por Dios. Gracias”.